jueves, 25 de octubre de 2012

Quiero un tatuaje con tinta blanca.

No termino el animal print de la espalda, ni los retoques de la rosa old school del empeine derecho y ya estoy pensando que cosa más hacerme.

Me preguntan porqué tantos y tan grandes. Es que cuando te tatúas automáticamente formas parte de un selecto grupo de personas que, según como lo veo yo, están dispuestas a hacer un homenaje artistico de su propio cuerpo.



Siempre me dijeron que era fea, gorda y asquerosa. Ningún chico se fijaría en mi y como que fue lo que precisamente pasó : los chicos que me gustaban siempre me despreciaron e incluso cuando no tenían idea de lo que yo sentía por ellos, siempre me ganaba algun insulto gratis.

Entonces razoné: si era horrible y no habría modo alguno divino o extraterrestre en el yo pudiera dejar de ser el patito feo, pues tenia que asumir que era fea, aceptar mi condicion de fea y contrario a tratar de mejorarlo, lo empeoraría... Al menos sería llamativa y la gente tendrían motivos suficientes para llamarme, con toda razón, la fea.

El tatuaje es reñido con nuestra sociedad, y como quiera que los tatuados son vistos como una especie de parias pintorescas que seguramente son maleantes y no hacen nada bueno de su vida (al menos asi yo tambien me sentia) es por eso que opté por seguir el camino de la ink en la piel. Y la magia sucedió... desde que empecé a hacerme tatuajes empecé a amarme a mí misma, a verme bella, unica y aceptarme tal y como soy.

La respuesta entonces al porqué es la misma que descubrí la primera vez que senti la aguja electrica y el olor a sangre: Pues porque quiero ser más fea (linda)



Ese es el camino que tomé para poder encontrarme a mi misma. No es el unico, no es el mejor. Es el mio. 

Y punto

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